¿A qué se enfrentan las mujeres ucranianas?

El 24 de febrero de 2022, recibimos la terrible noticia de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Tras ocho años de conflicto en las regiones de Donetsk y Luhansk, ya en 2018 Amnistía Internacional denunciaba un gravísimo incremento de la violencia sexual contra las mujeres a manos de militares, y en 2019 un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas alertaba que el riesgo de sufrir violencia de género para las mujeres desplazadas era tres veces mayor que para las no desplazadas.

Con todo ello, las evaluaciones de las principales organizaciones humanitarias indican que 12,6 millones de personas en Ucrania han sido directamente afectadas por la ofensiva militar de Rusia y según ACNUR, más de 368.000 personas, en su mayoría mujeres y niñas, se han visto obligadas a huir de Ucrania.

¿A qué se enfrentan las mujeres ucranianas?

En los últimos tiempos, Ucrania se ha convertido en un destino popular para la prostitución y el tráfico sexual . Hablamos de un país de origen, tránsito y destino de mujeres y niñas y niños víctimas de trata transnacional con fines de explotación sexual.

La independencia de Ucrania de la URSS vio a la nación intentar pasar de una economía planificada a una economía de mercado. Este proceso de transición provocó dificultades económicas en la nación, con casi el 80% de la población forzada a la pobreza en la década que siguió a su independencia.

La situación de las mujeres en Ucrania antes de la guerra ya era de extrema pobreza, sobre todo desde la irrupción de la Covid-19. Este contexto ha aumentado la brecha salarial de las mujeres ucranianas, que trabajan de media 6 horas más y cobran un 30% menos que los hombres.

La precariedad tiene un impacto definitivo sobre la vida de las mujeres, pues provoca que ellas sean más vulnerables y estén expuestas a redes criminales que las someten a una terrible explotación sexual y reproductiva.

Ucrania tiene el mayor número de víctimas de trata con fines de explotación sexual que cualquier otra nación de Europa del Este después de la disolución de la Unión Soviética. En 1998, el Ministerio del Interior de Ucrania estimó que 400.000 mujeres ucranianas fueron víctimas de explotación sexual durante la década anterior.

En este sentido, denunciamos que las mujeres en contextos de conflictos armados sufren un incremento exponencial de la violencia de género y la violencia sexual:

Las mujeres son utilizadas como arma de guerra para borrar y destruir al adversario. Mas allá de humillar destruir y castigar, estas violaciones buscan perpetuar el control social, redibujar las fronteras étnicas y destruir a la comunidad del adversario.

Un fenómeno menos conocido en España es el de las “esposas por catálogo” (matrimonios forzados), muy popular en Canadá, Alemania o EEUU: se trata de agencias donde las mujeres de países del este se ofrecen para casarse con hombres occidentales y que esconden tramas de trata, tráfico y explotación sexual.

No debemos olvidar que estas violencias no acaban en el camino, sino que continúan y se reproducen en los campos de refugiadas. Recordemos que la ONU ha registrado desde hace casi dos décadas más de 1700 acusaciones de víctimas de agresión sexual (aunque se estima que son muchísimas más) a manos del personal civil y militar de las Fuerzas de Paz de Naciones Unidas.

Esta guerra pone de manifiesto lo que hay detrás de la explotación reproductiva de las mujeres. El comité de Bioética en España se pronunció sobre esta realidad, dejando de manifiesto que “El deseo de una persona de tener un hijo, por muy noble que sea, no puede realizarse a costa de los derechos de otras personas, todo contrato de gestación por sustitución entraña una explotación de la mujer y un daño a los intereses superiores del menor, concluimos que ser padre o madre no es un derecho sino un deseo”.

Con todo ello, condenamos la invasión de Ucrania por parte de Rusia, mostramos nuestra solidaridad con las víctimas de este terrible conflicto y hacemos un llamamiento internacional para que los gobiernos no permanezcan indiferentes y tomen las medidas pertinentes:

Promover la cooperación internacional para eliminar la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica.

Prevenir, investigar, castigar y conceder una indemnización por los actos de violencia cometidos contra las mujeres y niñas.

Insistir a los medios de comunicación en que narren esta realidad y no traten de blanquear la explotación reproductiva de las mujeres ucranianas. A menudo se transmite un discurso liberal que justifica la explotación de las mujeres que están abandonadas a su suerte.

Reiterar la necesidad de legislar contra la gestación subrogada y abolir, por tanto, los “vientres de alquiler” en Ucrania. La CIMTM ya reclamó, junto con 200 organizaciones, la prohibición de los vientres de alquiler en Ucrania.

– Además, como miembros activos de la Plataforma CEB suscribimos el posicionamiento contra la invasión de Ucrania por parte de Rusia y nos adherimos a las medidas de urgencia que se deben tomar al respecto para salvaguardar los derechos de las mujeres y menores en Ucrania.