La experiencia de Joy
Joy Amen es una mujer proveniente de Edo, en Nigeria. Su camino hasta Pamplona fue largo, y fue víctima de trata, en una de las redes que conectan su país de origen, con las redes de trata europeas y todo ello a través del vudú.
“El vudú es una técnica muy utilizada en mi país”, aseguraba Joy en una sesión organizada por Acción contra la Trata, entidad con la que ahora trabaja, para salvar a otras compañeras de los tratantes. A través de estos rituales del vudú, les hacen creer que no podrán salir y que, de intentarlo, sus familiares e hijos e hijas, si tienen, sufrirán y morirán.
La promesa fue la de un trabajo en Europa como peluquera. Sus tratantes le exigieron un dinero para pagar el viaje. Un dinero que después tendría que devolver, pero no trabajando en una peluquería, sino explotada sexualmente en varias ciudades europeas. Llegó a Libia, en una travesía mitad en coche, mitad a pie. De allí, una patera la dejó en Italia y de ahí a Austria, donde comenzó a ser explotada.
Después de dos años de explotación, recuerda, “aún debía 20.000€, un dinero que cuando lo pasé a monedas de mi país no sabía calcular cuánto era porque era muchísimo”. Consiguió escapar de sus tratantes y tenía previsto ir hasta Noruega, pero antes debía hacer una parada en España, concretamente en Pamplona, donde finalmente se quedó.
Aquí relató a la policía su situación: se reconoció como víctima de una red de trata de personas con fines de explotación sexual. Joy recuerda con cierta tristeza que contó “todo lo que tenía que contar, mi vida entera, y no me escucharon”. A las horas de estar allí, recuerda, le dijeron que podía irse a casa y no se supo más de su caso.
Por eso advierte de que es “necesario que las mujeres en esta situación cuenten con asociaciones y personas que puedan brindar su ayuda”. Más que ayuda, cree, las mujeres necesitan “ser escuchadas, porque tienen mucho que contar”. A veces, incluso, “solo necesitan alguien con quien desahogarse llorando”.
“Yo, incluso hoy, hay veces que estoy horas llorando recordando todo lo que pasé”, comenta en la sesión en la que participaron personas técnicas, psicólogas y personal especializado en apoyo a mujeres en prostitución y víctimas de trata.
También recalca la necesidad de tener recursos psicológicos disponibles para estas mujeres y ofrecérselos de un modo amable. “La mayoría de estas mujeres rechaza ir a un psicólogo porque piensan que son ‘para los locos’, pero en realidad necesitan ir y poder tener un tratamiento”.
En su discurso también recordó las obligaciones a las que le sometían sus tratantes, entre las que estaba devolver “hasta el último euro de lo que ganaba”. Los tratantes no podían saber que Joy, ni ninguna otra mujer, enviaban dinero a sus familiares en Nigeria. De otra “la red iría y atacaría a las familias”.
Joy Amen ahora es activista por los derechos de las mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual, apoya al trabajo de mediación y sensibilización de Acción Contra la Trata, y es una de las integrantes y lideresa del grupo Las Poderosas – Women in Power – Femmes au Pouvoir en el que también participan otras supervivientes de la trata, como Amelia Tiganus.
Este grupo, a través de la expresión artística, la formación y el activismo y generan redes de empoderamiento y confianza. Entre otras actividades, realizaron un corto llamado ‘We have a dream’, una historia que es el resultado de un encuentro de mujeres cuyas vidas comenzaron en lugares muy diferentes a este, y que se unieron para hablar de sueños, de deseos, de miedos, de lucha.
“Yo no soy una prostituta. Una prostituta es el hombre que paga por hacerme lo que quiere, solo por tener dinero”, finaliza en su formación en la que participaron una veintena de personas del ámbito de ayuda a mujeres en situación de vulnerabilidad.