Wangari Maathai

«Podemos trabajar juntos con los hombres y mujeres de buena voluntad,
esos que irradian la bondad intrínseca de la humanidad.
(…) El mundo necesita una ética global con valores que den sentido a la experiencia de vivir»


Wangari Maathai ha sido honrada con el Premio Nóbel de la Paz 2004 por su colaboración al desarrollo sustentable, a la democracia y a la paz.

Esta keniata, madre de 3 niños, tiene espíritu de precursora. No sólo es la primer mujer africana en ganar el Nóbel de la Paz (la sudafricana Nadine Gordimer ganó el de Literatura en 1991), sino que también fue la primer mujer en África Central y Oriental en obtener un doctorado. También fue la primer Decana de la Universidad de Nairobi, Kenya.

Wangari nació en la ciudad de Nyeri, cerca de Nairobi, en 1940, su educación superior es una verdadera rareza entre las mujeres de áreas rurales de Kenya.

Obtuvo su licenciatura en Biología en Mount St. Scholastica College en Atchison, Kansas en 1964. Luego obtuvo un Master en Ciencias por la Universidad de Pittsburgh en 1966. Continuó sus estudios de doctorado en Alemania y en la Universidad de Nairobi, donde obtuvo, en 1971, un Ph.D. Luego de terminar sus estudios enseñó anatomía veterinaria en la Universidad de Nairobi, a pesar del escepticismo y la oposición de los estudiantes varones. Realizó su carrera en dicha Universidad, en donde ocupó casi todos los cargos docentes, siendo también la primera mujer en ocupar la jefatura de un departamento y hasta llegar a ser la decana.

Se casó en 1970 con un miembro de la legislatura local. El matrimonio duró 10 años, pues a comienzo de los 80, su marido le entabló una demanda de divorcio por ser «demasiado educada, tener demasiado carácter, ser demasiado exitosa y demasiada obstinada para ser controlada.» (cita tomada de la Encyclopedia of World Biography, 1999, Gale Group.)

Wangari Maathai militó en el National Council of Women of Kenya entre 1976 -87 donde desempeñó la presidencia en 1981-87. Fue justamente cuando estaba en el Concilio Nacional de Mujeres que introdujo la idea de plantar árboles para conservar el medio ambiente y mejorar su calidad de vida.

En 1977 funda el Movimiento Green Belt (Cinturón verde) que plantó mas de 20 millones de árboles, en un intento por evitar la deforestación y consiguiente desertización. En 1989 las Naciones Unidas informan que en África de cada 100 árboles que se talan, solo se reponen 9, causando graves daños al ambiente que repercuten, naturalmente, en la calidad de vida de la gente. El programa es llevado adelante mayoritariamente por mujeres quienes al recibir una paga por el trabajo de plantar los árboles, tienen mejores posibilidades de atender a sus hijos y cuidan el futuro del medio ambiente.

En 1986 el Movimiento estableció una red panafricana (Pan african Green Belt Network) con 40 individuos que replicaron el programa en sus respectivos países o establecieron programas similares.

En 1988 Wangari Maathai obtuvo la atención mundial al oponerse al proyecto de viviendas de lujo respaldado por el presidente de Kenya que limpió cientos de acres de bosques. En 1991 fue arrestada y puesta en prisión y liberada gracias a una campaña llevada a cabo por Amnesty International. En 1999 fue atacada cuando plantaba árboles en el bosque público Karura de Nairobi, como protesta contra la continua deforestación.

Como co-presidenta del Jubilee 2000 Africa Campaign, Wangari amplió sus desafíos, jugando un papel protagónico en la demanda de la condonación de la deuda de los países de Tercer Mundo.

Desde enero de 2002 Wangari es Visiting Fellow en el Instituto global de bosques sustentables de la Universidad de Yale. Y en diciembre del mismo año fue designada Vice Ministra de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Vida Salvaje. La profesora Maathai ha recibido innumerables premios y menciones por su desempeño, entre los que destacamos el permio Mujer del Año en 1983 y el ser considerada por Earth Time como una de las 100 personas en todo el mundo cuyo trabajo fue capaz de producir una diferencia en el mundo en lo que concierne al medio ambiente.

Maathai tiene un enfoque holístico con respecto al desarrollo sostenible que incluye la democracia, los derechos humanos y, en particular, los derechos de las mujeres. Piensa globalmente y actúa localmente.

Más que proteger el medio ambiente, su estrategia consiste en asegurar y fortalecer las bases para el desarrollo ecológico sustentable. A través de la educación, la planificación familiar, la nutrición y la lucha contra la corrupción, el Movimiento Green Belt pavimentó el camino para el desarrollo.

Pensamiento de Wangari Maathai

Las siguientes citas permiten ahondar en el pensamiento de esta pionera africana:

  • Las mujeres somos responsables por nuestros niños, no podemos quedarnos sentadas, perder el tiempo y verlos morirse de hambre.
  • El privilegio de tener una educación superior, especialmente fuera de África, expandió mi horizonte original y me dio coraje para enfocarme en el ambiente, las mujeres y el desarrollo para mejorar la calidad de vida de las personas, en particular en mi país y en general en África.
  • Las mujeres africanas en general tienen que saber que está bien que sean como son – deben ver su forma de ser como una fortaleza, liberarse del miedo y romper el silencio.
  • A través de las épocas, la gente de África hizo esfuerzos para liberarse de fuerzas opresivas. Es importante que una masa crítica de africanos no acepte el veredicto según el cual el mundo trata de apretarles la garganta para que abandonen y sucumban.
  • La lucha debe continuar. Es importante nutrir las nuevas ideas e iniciativas que puedan hacer un África mejor.
  • Todos tenemos un Dios dentro y ese Dios es el espíritu que une toda la vida, todo lo que está sobre el planeta. Debe ser esta voz la que dice que haga algo y estoy segura que es la misma voz que le habla a todos los que están en este planeta, al menos a todos los que parecen estar preocupados sobre el destino del mundo, el destino de su planeta.
  • Podemos trabajar juntos con los hombres y mujeres de buena voluntad, esos que irradian la bondad intrínseca de la humanidad. Para hacerlo efectivamente, el mundo necesita una ética global con valores que den sentido a la experiencia de vivir -más que instituciones religiosas y dogmas-, sostengan la dimensión no material de la humanidad.
  • Los valores universales de amor, compasión, solidaridad, cuidado y tolerancia, deberían formar los basamentos de esta ética global que debiera permear la cultura, política, comercio, religión y filosofía. Debería también permear la familia extendida de las Naciones Unidas.

fuente: www.mujeresdeempresa.com